MIGUEL A. GÓMEZ-MARTÍNEZ

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«Un director debe ser flexible y tener buena técnica para que no se noten los errores»


«Un director debe ser flexible y tener buena técnica para que no se noten los errores»

2015-08-23

El maestro granadino, titular de la Sinfónica de Euskadi de 1989 a 1993, la acaba de dirigir, por primera vez, en el foso en una de las óperas que más ama. La 'Tosca' ha supuesto la primera colaboración de Miguel Ángel Gómez Martínez con el Coro Easo y su reencuentro con Ainhoa Arteta y con la orquesta con la que tiene una relación «muy especial». El director de orquesta aprovecha la ocasión para hablar sobre su oficio y las cualidades que hay que tener para ejercer ese arte.

¿Cree que un maestro debe tener cualidades especiales para dirigir ópera?

Las mismas que la orquesta: sobre todo, ser flexible. Y además tener una técnica muy clara para poder arreglar los accidentes que vayan ocurriendo, porque ocurren siempre. Me he encontrado con cantantes que iban tres compases por delante de la orquesta y mi labor es seguir y que no pare. Son cosas que pueden ocurrir. Hay que tener en cuenta que los cantantes cantan de memoria y se pueden equivocar. La labor de un director es ser flexible y tener una buena técnica para que esos errores se noten lo menos posible.

¿Diría que un director nace o se hace?

Las dos cosas. Hay cualidades que no se pueden aprender: el tipo de relación con la orquesta, a modo de un maestro de escuela, un psicólogo o el padre de un niño. Es una combinación de elementos que no se pueden aprender. Por otra parte, están las aptitudes artísticas. El oído absoluto se tiene de nacimiento, aunque tengo que decir que la mayoría de los directores de orquesta no lo tienen. Y por último, está la parte técnica, que es la que se forma y que incluye aprenderse el repertorio y hacerlo. Pero sin un talento innato no se consigue, como en cualquier otra manifestación del arte.

«Hay directores famosos porque tienen detrás una empresa de comunicación»

¿Entonces cualquiera no puede ser director de orquesta?

No, sin duda. Hay gente que se ha metido a dirigir orquestas y que ha sido apoyada por ciertos sectores, son 'bluffs'. Hoy en día hay directores famosos que no son realmente directores de orquesta, sino que tienen otros talentos como venderse bien, hacer la pelota, politiquear, y sobre todo, tienen detrás una gran empresa en comunicación y marketing que utiliza hasta sus defectos para venderlos como genialidad.

Usted destacó como músico desde niño. ¿Cuándo decidió ser director de orquesta?

Desde que tengo uso de razón. Siempre he querido ser director de orquesta. Mis padres eran músicos y no querían que yo me dedicara a esto, así que tuve que llorar y pelear mucho. La música es todo para mí, aparte de mi mujer. No podría vivir sin música.

Y a lo largo de su vida ha dirigido prácticamente en todos los escenarios del mundo, infinidad de repertorio a grandísimas orquestas. ¿Hay alguna obra u ópera que le gustaría interpretar y aún no ha podido, o algún sueño por cumplir?

Lo cierto es que no. Quizá 'Salomé', pero la verdad es que he hecho prácticamente todo. He estado en los mejores escenarios, con los mejores cantantes y por eso ahora me dedico más a componer. Y también estoy trabajando en la investigación de las dos corrientes de dirección de orquesta que se dieron desde Wagner -que introdujo esa manera de dirigir en la que se hace con la partitura lo que se quiere- y Richard Strauss, más respetuoso, y todas las generaciones que ha habido después. Yo defiendo la escuela del respeto.

Es curioso que no haya dirigido nunca a la Orquesta Sinfónica de Euskadi en el foso, habiendo trabajado tantas veces con ella.

Así es. He hecho óperas en versión concierto -la primera vez, también de Puccini-, pero es la primera vez que la dirijo en el foso. Ahora les recuerdo los comentarios que hacíamos al abordar otras obras. Yo soy muy fiel siempre al compositor y a la partitura y si no hay nada escrito, no lo hago. Los músicos siempre se sorprendían cuando les impedía hacer algún cambio de tempo. Yo les solía decir, «ya llegará Puccini y lo haréis» y ahora se han dado cuenta de que lo que decía es cierto. Es el compositor de ópera perfecto y escribe infinidad de cambios en la partitura.

Hacer ópera

¿Y cómo ve a la OSE para hacer ópera?

Es una orquesta muy elástica y flexible y esas dos cualidades son las más importantes a la hora de abordar el género.

¿Entonces ha encontrado bien a la orquesta?

Sí. Se ve que se ha hecho un buen trabajo y que ha tenido suerte con los directores titulares que ha tenido. Además, hay nuevos miembros jóvenes. En general funciona bien: hay afinación, calidad, disciplina y se escuchan entre ellos a la hora de tocar.

«Cualquiera no puede ser director de orquesta. Hace falta un talento innato»

¿Cree que hay orquestas más apropiadas para acompañar una ópera representada? ¿Necesitan de cualidades distintas a las que requiere un concierto?

Para hacer ópera se necesita sobre todo flexibilidad, que es algo que muchas orquestas sinfónicas no tienen y que depende de quién dirija el destino de las mismas y de su director titular. Yo me he encontrado con orquestas muy buenas que no tenían esa cualidad. Mahler es en el plano sinfónico lo que Puccini en ópera, escribe infinidad de cambios. Cuando una orquesta sinfónica es flexible, se puede interpretar Mahler con tranquilidad, a pesar de que tenga muchas dificultades técnicas. Pero como he dicho, he conocido orquestas muy famosas, con mucha calidad de sonido, técnica y afinación, pero rígidas. Y esto tiene también que ver con el talante y la actitud de los músicos. Si son buenos, se genera una eclosión que permite la comunicación directa con el público.

Habla de Puccini con pasión. ¿Qué es 'Tosca' para usted?

Una obra de arte total. Una ópera no existe solamente en el sentido técnico, sino que tiene también un argumento que en este caso podría haber sido un hecho real. De hecho, uno de los personajes, Mario Cavaradossi, existió verdaderamente. Era un pintor mediocre, partidario de Napoleón y tuvo sus problemas políticos en Roma. Evidentemente, la historia de 'Tosca' no es real, pero este personaje sí. 'Tosca' cuenta una historia universal que sigue sucediendo y seguirá siendo vigente siempre.

¿Y desde el punto de vista musical? ¿Cuáles son las principales características?

Lo más característico es el reflejo en la música de lo que sucede en el escenario. Con su música refleja el argumento de la ópera, de tal forma que si se conoce la historia, no se necesita el texto para seguir el argumento. Puccini es un gran expresionista y en 'Tosca' esto se hace muy evidente. Otra de las características de esta obra es que es la única en la que Puccini utiliza el 'leitmotiv'. Aquí caracteriza a un personaje con una música concreta, por ejemplo, en el caso de tres acordes para el malvado Scarpia.

¿Esto hace más complicada la interpretación de la obra?

Lo más complicado es el constante cambio de tempo, que es una música que se estira y afloja constantemente. La gran dificultad para el director es mantener el discurso musical con tantos ritardandos, acelerandos y cambios de tempo, que hay que conseguir ajustar en doscientas personas. También destacaría que como Puccini tiene una técnica de orquestación absolutamente brillante, hay que ser capaz de sacar todos esos colores.

Compenetración

¿Cómo se logra entonces una buena compenetración entre el director musical y el de escena?

En mi caso la primera premisa es que se respete la partitura, lo que no significa no ser creativo. Una vez tuve una enganchada con el asistente de un director de escena que, sin conocerme, no quería que yo dirigiera y todo se solucionó gracias a una reunión en la que hablamos y cada uno expuso su manera de pensar. Nos entendimos perfectamente.

¿Ha tenido que dirigir alguna vez una ópera cuya puesta en escena no compartía?

Sí, claro que me ha ocurrido, y ha sido en esos casos en los que he decidido no volver a trabajar con ese director de escena. Aunque yo me bandeo fácilmente. En caso de conflicto, creo que se tiene que hacer lo que yo digo y se acabó. Obviamente, me refiero a cosas gordas, porque normalmente, mientras no sea un disparate total y no afecte a la música, al sonido o a los cantantes, nos aguantamos. Pero en caso de duda, tal y como decía Mozart, debe imperar la música.

Con tantas posibles dificultades, ¿prefiere entonces dirigir conciertos sinfónicos, en los que usted es el único máximo responsable del resultado artístico?

Me gustan mucho las dos cosas. Lo único, que tal y como le decía, me informo ahora muy bien de cómo va a ser la producción. Esta vez, como la escena está muy bien, estoy muy satisfecho.

 

MARÍA JOSÉ CANO | SAN SEBASTIÁN